sábado, 20 de septiembre de 2008

La alteridad de lo real en la narrativa de Mario Levrero

Jorge Olivera

Publicado en: Hermes Criollo. Revista de crítica y teoría literaria y cultural.
Montevideo, año 5, Nº 10, otoño 2006, p. 85-93.


Noticia y rasgos

La obra de Mario Levrero (Montevideo, 1940-2004) ha sido central en la literatura del Río de la Plata en los últimos treinta años. Sus primeras novelas, aparecidas a fines de los sesenta, confirman un cambio en la modalidad de entender y practicar la literatura con respecto a la generación precedente, así como una continuación de la línea de escritura propuesta en su momento por Felisberto Hernández y Armonía Somers. Su modalidad narrativa es diferente, claramente distanciada del realismo-crítico dominante dentro del panorama de la literatura uruguaya del siglo XX.

La importancia de la obra de Levrero ha quedado relegada del canon dominante. Llevaron a esta situación, tanto la actitud del autor, reticente a todo ejercicio de promoción de su obra como el escaso y restringido círculo de lectores que lo siguieron. La calidad de la obra, el paso del tiempo y la tenacidad de los lectores ubicaron finalmente a Levrero como uno de los narradores uruguayos más importantes dentro de la línea de raros o literatura imaginativa (Rama, 1966, 1972). En los últimos años se transformó en un referente del género para los jóvenes narradores, esta labor fue realzada a través del magisterio realizado en los talleres de escritura en que participó. Desaparecido el escritor, la magnitud de su figura se acrecienta como la de un escritor único y diferente, esencial en su postulación del arte narrativo.

Desde un punto de vista cronológico, Mario Levrero pertenece a la generación de escritores uruguayos del sesenta. Comenzó a publicar a fines de esa década, aunque sus primeras obras fueron escritas en 1966 se publicaron con posterioridad a 1968. En este caso se encuentra Gelatina (1968), seguida de La Ciudad (1970), La máquina de pensar en Gladys (1970), París (1979) y El Lugar (1982). Durante las siguientes décadas Levrero escribió y publicó una serie de obras que lo situaron y distinguieron dentro del panorama cultural uruguayo. Practicó además diversas formas de la creación: cuento, novela, folletín, historieta, periodismo y ejerció como editor de una revista de palabras cruzadas en Buenos Aires.

Algunos aspectos de la narrativa levreriana permiten situarla como perteneciente a la línea de literatura imaginativa como tempranamente la designó Ángel Rama. Para el propio Levrero la literatura fue una forma de acercamiento a lo real: una mirada desde la alteridad. Esta mirada aparece condicionada en sus primeras obras por procedimientos de construcción de la ficción que pueden identificarse con lo fantástico (Alazraki, 1983; Campra, 2000). En Levrero lo real es el territorio de la alteridad.

Su obra se nutre de diversas y abundantes vertientes, las principales pasan por una lectura de “Lewis Carrol, Franz Kafka, el surrealismo y la corriente de los raros” y una mirada entre lúdica y ambigua de las acciones humanas; todo ello, ligado a un extrañamiento y opresión que permanece como marco de los hechos narrados (Fuentes, 1986). Sin embargo, en sus textos son significativas otras fuentes que permiten individualizarla en relación con el grupo de escritores del sesenta, entre ellas la más destacable es la vertiente imaginativa. En ella, se observa el cruce de líneas que pueden denominarse marginales si se comparan las mismas con el canon realista imperante. Entre dichos ejes, debe citarse la ciencia ficción, la novela policial, la historieta y el folletín de aventuras, todo ello en conjunción con “zonas degradadas de la práctica social: lo pornográfico, el espiritismo y ciertos mitos populares”. Entiendo que la narrativa de Levrero presenta una serie de rasgos que ponen en cuestión los paradigmas de conformación de la literatura uruguaya, de lo fantástico y de la relación del escritor con la literatura que emana de las vanguardias históricas. Su obra, sobre todo la de los primeros libros, está signada por la relación explícita con el legado de Kafka y con procedimientos de construcción de la ficción que pueden ser identificados con el modo fantástico.

El objetivo de este trabajo es mostrar algunos efectos de extrañamiento que aparecen en alguna de sus obras y que recrean formas de la alteridad que ponen en cuestión la identidad del sujeto configurando lo que podría denominarse un efecto fantástico ambiguo (Castro, 2002). Este efecto no se sostiene durante todo el relato y tampoco es un proceso en sí mismo, sólo es un procedimiento para dejar al descubierto zonas inéditas de lo real.
(Se publica solamente la primera parte del artículo)

domingo, 4 de mayo de 2008

Sobre Poemas del desierto de Mojave

Cultivando en el desierto

por Luis Bravo


(Ensayo leído el 28 de junio de 1995, en la presentación del Premio Gerardo Diego de Poesía 1993, "Poemas del Desierto de Mojave" de Jorge E.Olivera. Auspicio de Embajada de España y el Instituto de Cooperación Iberoamericana)
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Introducción

El libro (*) es una suma trina de poemas escritos entre 1987 y 1992, quinquenio que bien señala uno de los períodos más inquietantes de la historia de este fin de siglo, período tras el cual aún se escribirán ríos de tinta, sólo para intentar ubicar el decurso histórico en alguna certidumbre. Ya sea la posmodernidad o el ingreso fáctico a una temporalidad relativa; sea para verificar un paréntesis en el ring-box de las ideologías antagónicas de la Guerra Fría o para constatar un anunciado final de las utopías del siglo XIX o un paradójico reingreso a la barbarie en medio de un velocísimo despliegue informático - tecnológico; para saber si se trata del comienzo de un pluralismo inédito o de la desconstrucción final del humanismo, para verificar si es el triunfo del capital multinacional sobre el trabajo-hombre o sí la victoria corresponde al trabajo depredador de la especie sobre el planeta.

En fin, este poemario, escrito en esos años, también es un puente de ida y vuelta entre las posibilidades de relectura del mundo a la que nos abocamos desde que la transformación radical de los parámetros tradicionales se ha constatado con evidencia. O como mejor dice Jorge Olivera estamos frente a "un poema escrito en tinta china/ volcado del revés,/ agua de los ríos del mundo." (poema II, primera sección).

Enunciación temática

Un péndulo de miradas antagónicas, a veces ambivalentes, parece oscilar a lo largo. Un juego tradicional de contrarios que al final, como en la vida misma, terminan complementándose. Los términos del juego pendular podrían caber en las designaciones: ciudad/ desierto; norte/sur; espacio aéreo/ espacio terrenal; o en los ya más dramáticos asuntos de la destrucción y la esperanza de otro estado de las cosas situados en la doble perspectiva personal y comunitaria, entendiéndose lo colectivo como la encrucijada civilizatoria de la especie humana.

Podría deslindarse también la visión crítica del que escribe, de la mediatizada mirada del telespectador que consume, hasta la saturación, el mensaje aturdidor de los Medios.

O sólo visualizar el contraste cromático de los brochazos negros, salidos de la urbe industrial que recorren los poemas, con los ocres del desierto que llegan a teñir las páginas y hasta la cartulina de la tapa, de la austera y bella edición del libro.

Paso a detallar algunos de estos elementos, sumados como manchas parásitas en la saludable, inclasificable, arena del desierto poético.

1. 1. la mirada que lee el mundo, aunque quisiera cantar

Desde el comienzo rige una mirada situada en la nocturnidad, en la oscura y urbana soledad. Antes, Drummond de Andrade anuncia desde el epígrafe que "provisoriamente no cantaremos el amor que se refugió más abajo de los subterráneos". Y en verdad no hay canto en estos poemas sino la elegía del mismo: "los pájaros han cantado hasta morir/ envueltos en llamas, /delirando como profetas", se dice en "pájaros del ocaso", donde la asociación poeta-ave cantora-extinguida, se hace evidente.

Mientras en el vientre de los "Extraños aviones" (título del primer libro y poema homónimo) fetea, se pasea por el cielo, la destrucción nuclear.

Aviones que "sobrevuelan nerviosos" con sus bombas de juguete, juguete que mata: "más de un millón, más de un millón, han muerto", canta el estribillo, paródico, del final del texto. "Extraños aviones" en un vuelo de reconocimientoque incluye a Montevideo como un sitio lúgubre donde "un viejo flaco vende pollos, / y da la muerte por un vintén"; donde la violencia persiste oculta, como "navajas que se guardan en los gabanes" y donde la escritura teme mostrarse como "graffitis escondidos en huecos de árboles".

Ese techo cargado de aviones delata una guerra personal con lo viejo y carcomido de la noche montevideana. Se destemporaliza luego hacia una "enmarañada reciedumbre de robots y computadoras" y se extraterritorializa incluso hasta nombrar "la muerte segura del desierto de Alabama", que nos introduce al libro central.

1.2.

En los poemas del desierto de mojave la mirada se interioriza más. El referente es una plataforma de lanzamiento donde parten los L.V.G y los yorkers, y a la cual llega del espacio exterior el Discovery. Se trata de la base aeronáutica al oeste de Los Angeles, en California, donde acontece una vida ajena al yo que escribe.

Allí la "era espacial" es un hecho cotidiano: "en el desierto de mojave los aviones caza phantom / sean quizá una rutina, nada más" . Podría ser el lugar privilegiado entre la tierra y el cosmos. Pero es también el límite, la ultima orilla de la especie humana que ya no espera nada de su propio mundo: "el amor está lejos/ en el centro mismo del cielo/ del mundo que cae lentamente/ matándonos/ matándonos con su arena".

Esa trayectoria de la mirada en sentido inverso, la bomba que pende del cielo como una espada de Damocles, y la esperanza del amor que se espera del cielo ("el aeropuerto seguira esperando regresos") son dos miradas unidas por el mismo eje, el grado cero de la evolución tecnológica, la tensión entre la posibilidad ampliatoria del microcosmos humano y su amenazante liquidación. Esa oscilación impregna el libro y las figuras que lo habitan. Los pájaros y los ángeles, elementos celestes, y los televisores, grúas, motores, elementos urbanos, forman el paisaje de la contienda. El correlato del texto es por momentos un "no se puede detener la gran maquinaria, y de proseguir todo indica que la sobrevida serán "cuerpos flotando en la brizna de lluvia mortecina,/ mas del cielo en esta ciudad fluyen carbonos,/ desiderio final de cuerda, / el siglo,/ chatarra espacial.". (poema XXI).

El espacio ciudad jugará el tradicional rol destructivo acuñado por el romanticismo, retomado por la propuesta comunitaria hippie de los sesenta y actualizado por las organizaciones ecologistas de fin de siglo.. Pero en rigor el desierto no es alternativa para Olivera sino que es un espacio ocupado por los recuerdos, la nostalgia, el sueño o el deseo de lo que he designado como un tiempo de creencias que la ciudad se ha encargado de ir borrando en su multitudinaria devoración donde, como bien señala el crítico español Miguel Casado (**) "ya se ha consumido casi todo o va a consumirse (...); es le lugar de lo apocalíptico y lo terminal"; o sea el emblema de este último trayecto del siglo donde el paisaje es semejante al de una guerra cotidiana que se libra contra el modus vivendi que parte de la humanidad ha creado como una pesadilla para si misma.

Poemas como "pasado" , "puentes" o "fotografías lejanas" ejemplifican, entre muchos otros, que este sector del libro instala una plataforma donde se intenta horadar el asfixiante cielo de la urbe a través de la fuga poética por la evocación y el deseo.

Se dice: "vino a golperame el pasado / con su cabeza de hidra/ y me llenó los atardeceres/ de planetas y angeles/ y me llevó tras las cortinas del tiempo".

O se pregunta, como lo haría un dios olvidado por su propio pueblo, por la salvación :"¿adónde van entonces los largos veranos del pueblo/ agónico/ sufriente/ esperanzado?".

El ciudadano alejado de una naturaleza colorida y salvaje constata con hastío: "se me fue el día sin conocer áfrica /(...)/sus montañas azules como espejos del horizonte,/ y las danzas/ y los sonidos ululantes de los masais". La comunión con el horizonte abierto, la alegría de la danza y con el grito ritual del "corazón negro del mundo" sólo se ve compensada por una soledad compartida con fantasmas en la "que estuviste escuchando el sonido de los disparos/ de una banda de rock/ hasta que golpeó la noche".

El tercer sector o libro, titulado "Estados periféricos" internaliza esta mirada descreída y sin frases resonantes, por la que transita este ser, en el marco de una naturaleza denigrada, a grupas de una conciencia ecologica inútil frente al arrollador poder civilizatorio. La sección abre con una imagen contundente acerca del futuro: "y la ciudad se pudrirá de cadáveres/ ahora que estamos más cerca del cielo".

También hay allí una rebeldía más enérgica, que le hace decir "no quisiera pertenecer al mundo de esta manera", o quisiera cantar, aunque sólo escribo lo que veo.

2. el poeta, la t.v. y el dios de la letra minúscula.

La mirada de este poeta, es cierto, no crea mundos, los refleja, desde su particular retina. Su estilo tampoco se agota en el paisaje naturalista. Construye imágenes propias; violentas a partir del escaparate industrial, así como se vuelve denuncia, por ejemplo, ante la miserable sobrevivencia de los ángeles, algo así como el alma errante de los hombres que alguna vez fuimos: "los ángeles duermen bajo los puentes/ andrajosos y sucios, venidos a menos/ en la luz del señor".

Y como no podía faltar, el otro ojo, el del monitor televisivo que parece robarse cada vez más nuestra propia mirada del mundo, aparece vomitando el noticiero, devolviendo al mundo lo que el mundo ha hecho de sí mismo y vendiéndoselo a fuerza de rating.

En el poema "pensando una tarde en un crepúsculo ardiente el fin del tiempo", una especie recatada de estética de la denuncia, se dice "no me traigan las telenoticias que cuelgan del ojo maligno que mira y sonríe", mientras se niega, inutilmente, a recibir en su retina otra cosa que no sea "el canto de la noche, o el alba".

Olivera siente la contaminación de un discurso que satura la inocencia del estarse situado en la propia vida ("y el tiempo de las telenoticias/ cercará al tiempo dela vida, ahogándolo"). En el poema "ojos de plata" la reflexión es más aguda: "los videos parpadean en la noche/ todo es: àngeles de historieta/ gabardinas/ una colt 45,/' para qué mentirnos' "; es decir la fantasía monitoreada sustituye o castra la visión de lo extraordinario (los ángeles) o de la violencia misma (la colt 45).

La sensación de que toda ha sido ya hecho, de que nada puede ser visto con el primer asombro, de que la realidad no conmueve tanto como lo que acontece en la pantalla, se resume en esta acotación freudeana: "todo es lo que está dicho, / fue/ compulsión imparable del dedo/ que escribe o mata".

Pero no todo parece ser negado en esta percepción de la era de las intercomunicaciones que expresa Olivera. También se dice: "como dios, el dios de las máquinas de escribir en letras minúsculas por fin manda". ¿Qué significa ese dios?, puede tener lecturas ambiguas. Podría ser el discurso periodístico de la mass media, si nos guiamos por el verso siguiente: "no traigan confusos parloteadores que apenas conocen el idioma". Lo que se contrapone supuestamente a los poetas, hacia quienes hay, un tímido llamado :"los poetas no dejen pasar estos crepúsculos quemantes, ardientes, de fin de siglo".

En lo quemante-ardiente podría residir, el fuego de la verdad, de la palabra profética o simplemente la intensidad de un testigo atento frente a un mundo que al final del siglo se tiñe de colores dramáticos, apocalípticos: "es que todos tenemos las manos , y el corazón saturados, manchados de genocidio materno".

Ese dios de las letras minúsculas también puede aludir a la ampliación de la palabra, la proliferación de las escrituras humanas en un mundo que ya no recibe palabras de dios: "porque acá en la tierra de donnadie se agotaron todas las ollas, todas/ las calderas, todas las sangres del cristo,/ todas las salvaciones eternas,/ todas las revelaciones posibles..."

La letra mínúscula también puede ser signo de la humildad, recinto de lo humano frente a lo divino ya exiliado, puede ser la mirada realista frente a la mirada idealista, puede ser que lo que se mire no merezca ser puesto en grandes letras.

El hecho es que si pasamos de lo semántico a lo sintáctico y gráfico de la escritura, este libro de versos por momentos muy denotativos, ha desterrado absoluta y literalmente las letras mayúsculas.

No aparecen en ninguna parte, ni en los títulos, ni en los versos de apetura de cada poema ni en la sintaxis del conjunto discursivo.

Quizás Olivera dice que lo que hay para decir no merece ser puesto en grandes letras porque es poco, está dicho, está acabado, es mìnúsculo y triste, y si fuera así ese sería un gesto estilíestico coherente con la mirada lúcida y descreída con la que recorre el poeta recorre, relee, y refleja el mundo.

Es ,quizás, en la sumatoria de estas visiones donde el que escribe devela su más radical conclusión, expresada con verdarera justicia poética: "en el fondo estás profundamente solo, atado de pies y manos a una locomotora enloquecida,/ vapor del tiempo que se diluye en el aire.".

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(*) Poemas del desierto de mojave, de Jorge E.Olivera, Excma, Diputación provincial de Soria, Premio Gerardo Diego, 1993, España.

(**) Los sampanes chinos, Miguel Casado, Revista El Urogallo, Julio 1994, Barcelona.

Montevideo, 28. 6. 95.

Luis Bravo.

lunes, 21 de abril de 2008

Sobre LABIOS DEL PONIENTE

Labios del poniente, de Jorge Ernesto Olivera
por Alfredo Fressia
El último de los diez y ocho poemas de este libro afecta la forma de un Ubi sunt por Arthur Rimbaud, su retrato, su voz, “la vida que se ahueca como un silencio”, y pregunta: “¿Dónde colocan el tiempo aquellos que en el futuro no lo tendrán?”. Todo el poemario puede ser leído como la busca de una respuesta a esa pregunta sobre la carrera temporal, que también es física, tangible, hacia la nada. La poesía de Jorge Ernesto Olivera (Treinta y Tres, 1964) se crea desde esa relatividad del espacio y del tiempo, y se instala, como "labios", en el "poniente" del título: el fin y lo que viene después del fin.
Se trata de una reflexión metafísica, peligrosa como esos cristales rotos que estremecen el discurso, “cuarteaduras del tiempo”, o como una contemplación desde la escotilla de un satélite (el del poema 2, por ejemplo), donde ya no habrá mañana. Así, el mundo comparece devastado y la preocupación ecológica implícita adquiere proporciones apocalípticas en este “viaje” (“mi viaje es tarea agotadora, antípoda del mundo”), los recurrentes “caminos” hacia la nada (poema 10) que también transitan en el texto, “tomando el pulso de la carretera,/ Internacional de los cincuenta” (poema 12).
La poesía de Olivera no adhiere al desplazamiento on the road, como la de Luis Pereira (n. 1956), pero comparte con su generación el recurso a menciones de la cultura pop (el rock, el reggae), que conviven con la literatura gótica, como en la escritura de su cogeneracional Federico Rivero Scarani (n. 1969). Estos Labios del poniente (Vintén Editor. Montevideo, 2000) que incluyen “las espadas de manunga”, se abren con una cita implícita de Los misterios de Udolfo, 1794, de Ann Radcliffe, y las menciones “literarias” no acaban ahí. Después de comtemplar el apocalipsis de la ciudad de Vukovar en los Balkanes (“una noche en Vukovar es metal candente,/ entrando en gigantesca boca de metal líquido,/ oscuro rociero de estrellas”), el discurso contempla una muerte individual, la de “Enriqueta Richardson”. De hecho, difícilmente el lector entrará en la “frágil penumbra” de ese poema 14 sin conocer a la australiana Ethel Florence L. Richardson (1870-1946), que usó en su literatura el pseudónimo de Henry Handel Richardson, y dejó entre sus obras The young Cosima, 1939, basada en el triángulo amoroso protagonizado por Richard Wagner, Cosima Liszt y Hans von Bülow: “en fairlight glen, hastings 1946,/ a orillas del mundo muerto,// enriqueta richardson padece ahogos de silencio,/ lejana,// en algun lugar quedará a la venta/ ‘the young cosima’,/ lectura que tal vez nunca haré (...)”.
No se trata de un reproche. La generación poética de Olivera sabe que escribe "para poetas", es decir, para lectores de um circuito informado y subterráneo. La posible oscuridad de este discurso crepuscular no proviene, en principio, de una voluntad explícita del poeta, sino del tema metafísico que aborda con coraje, sin una primera persona redentora, frecuentemente hipertrofiada por el instigado romanticismo de sus cogeneracionales. Y es en la noche universal, no personal, donde Olivera también descubre, como un vidente, esos “incendios” como “pájaros de plata”, que brillan como lampos deslumbrantes sobre su escritura.
Jorge Ernesto Olivera es profesor de Literatura. Ha publiado los siguientes libros: Cuatro cuentistas cuentan, 1988, Poemas del desierto de Mojave, 1994, La expedición al Dorado y otros cuentos, 1997. Los poemas del presente Labios del poniente obtuvieron el Primer Premio de Poesía Inédita de la Intendencia de Montevideo, 1999.

Extraído de Banda Hispánica http://www.jornaldepoesia.jor.br/bh13olivera.htm

Sobre MOMPRACEM

Mompracem, de Jorge Ernesto Olivera
por Alfredo Fressia
Emilio Salgari (Verona, 1862) creó una luminosa literatura de aventuras, tan vasta que hoy se la organiza en “ciclos”. El ciclo indio-malayo incluye novelas de corsarios como La reconquista de Mompracem, 1908, relatos protagonizados por Sandokán y su infaltable amigo, el portugués Yañez, recurrentemente situados en la rocosa isla de Mompracem, ese “nido de piratas” signado por el sol, las pasiones y el coraje. Salgari se suicidó en Turín, en 1911, hiriéndose como en un ritual de harakiri, “vencido por toda suerte de desgracias”, según dice en la carta a sus hijos y editores. Entre sus infortunios parecen haber pesado la demencia de su mujer y la pobreza: “He hecho la fortuna de mis editores, los que me dejan morir en la más escuálida de las miserias”.
Jorge Ernesto Olivera (Treinta y Tres, 1964) es autor de una premiada obra poética y narrativa donde el desplazamiento, el viaje, en el espacio y en el tiempo, también ocupan un lugar privilegiado. Hasta ahora, su bibliografía comprendía: Cuatro cuentistas cuentan, 1988, Poemas del desierto de Mojave, 1994, La expedición al Dorado y otros cuentos, 1997, y el poemario Labios del poniente, 2000. La presente plaquette Mompracem (Ediciones de la Crítica. Montevideo, 2002), dedicada “a la memoria de Emilio Salgari”, reúne 12 poemas (pero que, según advierte Gerardo Ciancio desde el prefacio, pueden ser leídos como un solo poema extenso) y se organiza en tres partes: “reconquistando mompracem”, “fauna marina” y “sargazos”.
Desde los paralelismos del primer poema, el texto se presenta, en un primer nivel de significado, como un homenaje al escritor italiano y a su obra. Hay en él, explícitamente, un “más allá” donde una obra se crea y un escritor muere: “más allá un hombre muere, pluma en mano,/ más allá un pirata, reconquistando mompracem”, y entran en un vertiginoso paralelo “la fuerza del filo de su voz” y “la fuerza del filo de su espada”. Esa crisis entre la obra y la muerte de Salgari (“sandokán no rinde espacios a la gloria/ mientras un escritor muere”), que es casi decir entre su vida y su muerte, sólo se resuelve “reconquistando mompracem”, única aventura a la altura del narrador italiano y a la que el poeta, desde el Uruguay de 2002, accede por la metáfora y la elegía implícita en su construcción.
Efectivamente, en este poemario Olivera no es sólo “uruguayo” por su ciudadanía civil. Lo es también porque el locus de su única posible Mompracem Reconquistada es la del reiterado “río como mar” por donde circula su discurso. La miseria del hombre anulado de la modernidad, el Wozzeck universal, sobreviviente en el siglo XX desde Kafka, y “sin atributos”, como en Robert Musil (“en la reunión cotidiana del ágora doméstica/ ignorando cualquier alusión a la areté herida”, dice el poeta) se sitúa aquí en un Uruguay real, donde las sirenas, olvidadas de Ulises, han desaparecido, o sólo esperan almas naufragadas, como el mismo país, y “el fuego sacude tu alma de zeppelines/ llora el fuego del graf spee”. Pero el Uruguay de esta poesía, como suele ocurrir en la literatura nacional, excede a sus fronteras, y quedan incluidos escritores argentinos como Héctor Oesterheld (1919-1977), el generoso guionista de historietas, y Rodolfo Walsh (1927-1977), cuyo fin crea un estremecido pendant con el fin trágico de Salgari. De hecho, Oesterheld y Walsh fueron asesinados por las fuerzas de la represión y, en más de un sentido, “suicidados por la sociedad”, según la definición de Antonin Artaud aplicada a Van Gogh.
El arte como nostalgia de una vida más bella, de acuerdo a la fórmula de Huizinga, suscita en Olivera un discurso cuyos subtemas trascienden la metáfora fundadora del poemario, para así sortear (casi siempre) los peligros de la lectura meramente alegórica. Si el poeta afirma que “vivimos tiempos de mentira” es justamente porque cree en la palabra y en la dimensión ética de la poesía. El lector queda así invitado a aceptar la verdad incluida en estos versos libres que, sin embargo, tantas veces ceden al endecasílabo, al juego intenso y delicado del quiasmo, un mundo solar, indignado y restituido de sentido como la misma Mompracem.
Esta reseña fue publicada en Banda Hispánica:

Otros textos

Poemas trópicos (plaqueta de poesía), Ediciones del Sur, Montevideo, diciembre 2006 (Edición limitada, numerada y firmada).

sábado, 19 de abril de 2008

Textos traducidos de Jorge Ernesto Olivera

VI
montevideo’s nights

and the night is an old and wormeaten draggin trailer
to the west of montevideo’s bay
where a skinny man sales chickens
and gives the death for a coin;
is curdled of lichens
losts dawns,
penkniphes that drop off into overcoats pockets
secluded graffitis in the holes of the tress

Mojave Desert’s Poems

X
strange planes

the planes fly over my city,
the metal planes fly over my city,
the metal and plastic planes fly over my city,
the planes have toy motors, metal and plastic wheels,
nervously fly over my city,
the planes (they did it) have toy simulated motors among several skirmishes,
novel and metal, plastic wheels, nickel screens, atomic bombs, free shops, snack bars, pools, reagen’s factory,
fly over my city

they came in their planes and they dropped the toy bomb, they say, more than a million are dead,
of fever,
suden heat,
they say that is history now
yo necesito las bombas
yo necesito los marines
yo necesito un preservativo para el sida
more than a million
more than a million

Mojave Desert’s Poems

VI
the love and the revolutionary tales

the time of love is ending as a chapped leaf
and the battle histories that inhabit of heroes the revolution
are founded in tales books
of unrivalled magic
I repeat:

that love stories end when you don’t think about it
as the battles
the victories
and the glory

Mojave Desert’s Poems

XIII
distant photographs


the day has gone in a useless wat,
as the previous days,
-maybe wainting god’s inspiration-

the day has gone without knowing africa,
its large plains as reddish bedspreas that lost
in the infinity,
its blue mountains as horizon’s mirrors,
and the dances,
and the howled sound of the masais
and the indic winds
and the native female’s breast that scare occidental’s tourists,
and the bellies of starving childs,
they have gone
the possibilites of visiting
the dark hearth of the world


Mojave Desert’s Poems
2

my parents,
near 1930,
they falled in love
at dusk
they call by their names,
my mother repeats her dreams,
aloud,
primitive,
she sows the dreams,

spounting stars of the night sky that circulate as artificial satellites;

my fagher walks looking the herb,
hidding forms of loneliness,
fifty five years later
of th heaven, the land, the herb, the field.

the grimace of destinies that are crossed

it breaks in prevestd periods,
unknown for the man

my father

who waits other aprils and the time of other poets
those famous,
those regulars,
those who never weren’t

rereads Scott’s, Duma’s, Dostoievski’s novels;
the silence is
an autumn leaf that slowy falls;

everybody suffer from a memory illness,
as sisif’s rock in the mountains.

the artificial satellits plough the sky of the nigth,
aslept, the distance of the time, the mand and the moon,
secret yards, country houses
ending bonfires,
cared embers with enthusiasm and dedication,

[Cape Cañaveral will be only a brighty cristal in distance loniless]
the hand will be a body object as any other
the specialists will say,
unknowind the curative power
that stands oust as itself,
I know that it is not true,
I know secret old hand in the matters that
my extremity has done
I have seen them caressing histories,
Even older, the time of space-man.

artificial satellites are shy shapes that represent the destiny

my mother dreamed with Laika, space heroin,
my mother knew misteries of the sky of the night
my father nodded in silence,
we saw the night and the fire together.

[a broken mirror is as the sun that smashes into pieces disolving in the air,
as a chapped leaf
choppness of the time]

The Lips os the Dusk

Sirens
3.
I have seen them naking the dawn
moving away among masses of dolphins
scrapping the water as titanium planes
slicing through the sky as ships seen in the horizon

I have seen them taking for a walk your sight in the trees of the decanting
controlling the waves as whips of feathers
flattening paths of surf after wakes of a steamship


your name has not the sense of
standing angels to ghe left of He
your name has not the name of who
he came over the water
your name doesn’t shake cloudy hearts in
the desert of the sky

I have seen them with hers bonfire hair
shaking the greens of the river as the sea,
lightning the evening in green sunbeam, rush farewell,
dazing the night with her song
unbereabley rel,
going for a walk her shadow in the
dawn of the breakwater.



Mompracem


Video - Poesía


PROYECTO LIMES 2004: HOMENAJE A NERUDA, Video Arte, realización en video con textos y voz del autor, Ciencias de la Comunicación, Universidad de la República, agosto 2004. Proyecto Internacional organizado por la revista Heterogénesis de Suecia, participaron veinte poetas de diferentes países. http://www.heterogenesis.com/Limes2004.htm

Antologías que recogen sus textos


13 POETAS EN 11 AÑOS (POESÍA RECIENTE EN URUGUAY: 1994-2005) selección, prólogo y notas: Luis Bravo, Revista PLEBELLA, nº 10, Buenos Aires, 2007.
http://www.plebella.com.ar/numero10/resenia10.htm
MUNDO VISIBLE, fragmento publicado en Revista VERA. Nº 4, Madrid, 2005.
http://www.revistavera.com/04_Prueba.swf
EL AMPLIO JARDÍN, antología de poesía joven uruguayo – colombiana, edic. de Gerardo Ciancio y Federico Díaz Granados, Embajada de Colombia – Ministerio de Educación y Cultura, Montevideo, 2005.
NADA ES IGUAL DESPUÉS DE LA POESIA, Cincuenta poetas uruguayos del medio siglo (1955 – 2005) Montevideo, Archivo General de la Nación, Centro de Difusión del Libro, Ministerio de Educación y Cultura, 2005.

DOS TEXTOS recogidos en Revista SILENCIOS nº 4, diciembre 2003
http://www.silencios.com/silencios4/poesia4.pdf
SALIDA DE EMERGENCIA, Antología de poesía, nosomoscómodos producciones, Madrid, 2004.
ANTOLOGÍA DE POETAS JÓVENES URUGUAYOS, comp. de Luis Marcelo Pérez, Montevideo, AG Ediciones, 2002. http://www.clubdebrian.com/v2/poetasjovenesdeuruguay.htm
ANTOLOGÍA DE POESIA HISPANOAMERICANA, en PALABRA VIRTUAL LATINOAMERICANA, selección de textos, www.palabravirtual.com/index.php?ir=crit.php&wid=989&show=poemas&p=Jorge+Ernesto+Olivera

Ensayo


LA CULTURA EN EL PERIODISMO Y EL PERIODISMO EN LA CULTURA, Jorge Olivera – Gerardo Ciancio, Montevideo, Ciencias de la Comunicación – Comisión Central de Educación Permanente, Universidad de la República, 2007.


Las relaciones entre prensa cultural, prensa literaria y cultura son múltiples y variadas, como los son también las definiciones de “cultura”. Este trabajo se propone indagar en torno a algunos conceptos que hacen a la construcción de lo que convenimos en denominar cultura, y especialmente, a la práctica del periodismo escrito relacionado con ella.El curso que dio origen a este libro tuvo como propuesta vertebradora rastrear las principales características del periodismo cultural en algunas publicaciones especializadas del Río de la Plata. El objetivo consistió en poner de manifiesto las relaciones entre periodismo cultural y prensa cultural, en tanto dimensiones de un mismo fenómeno, y potenciadoras de manifestaciones que problematizan estos tópicos.




martes, 15 de abril de 2008

Narrativa



  • CUATRO CUENTISTAS CUENTAN, volumen conjunto, Editorial TAE, Montevideo, 1988

  • LA EXPEDICIÓN AL DORADO Y OTROS CUENTOS, Editorial Aymara, Montevideo, 1997.

Poesía

POEMAS DEL DESIERTO DE MOJAVE, IX premio Gerardo Diego de Poesía, Diputación de Soria, 1994.
LABIOS DEL PONIENTE, Premio Municipal de Poesía 1999,Vintén Editor, Montevideo, 2000.

MOMPRACEM, Ediciones de la Crítica, Montevideo, 2002.